VALORES ÉTICOS IMPLICADOS EN EL AHORRO
Cuando hablamos del ahorro o inversión (aunque no sea muy correcto identificarlos, en esta reflexión vamos a hacerlo) no podemos olvidar que, para el sistema capitalista, es una de las actividades básicas junto con el consumo. Lo podemos definir como sacrificar el consumo presente para consumir en el futuro. Con el ahorro, lo qiue hacemos es dejar de consumir hoy para poder consumir mayor cantidad o mejor calidad en el futuro, o bien para obtener una cierta seguridad.
A la hora de plantearnos cuál debe ser nuestra actitud ante esta actividad económica, es importante tener presente qué valores o contravalores se encuentran implicados en la misma.
A nuestro entender habría que diferenciar dos campos. De una parte se encuentran las motivaciones del sujeto al ahorrar y los costes que le suponen. De otra está el destino que se da a las cantidades ahorradas por el mismo. Son dos aspectos totalmente distintos que suponen diversas valoraciones.
En el primer caso, qué mueve al sujeto para ahorrar y qué le supone, están en juego unos valores: búsqueda de un beneficio económico, seguridad de cara al futuro, productividad de los bienes.
El hecho de buscar un lucro no puede ser calificado positiva ni negativamente, depende de los costes personales que implícitamente conlleve. Puede suponer un desgaste personal muy fuerte, obligando al sujeto a vivir prácticamente para ahorrar, sacrificando su propio crecimiento como persona. Esta finalidad, puede obligar al hombre o mujer a dedicar todo su tiempo al trabajo para conseguir más recursos y poder ahorrar unas cantidades más importantes, haciendo pagar a todos los que le rodean sus ansias de beneficios. Por todo lo que supone de destructivo para la persona, atentando a su propia dignidad, se convierte en una actividad negativa. Sin embargo, si supone simplemente procurar un destino al excedente natural de nuestros recursos podemos considerarlo como una actividad plenamente legítima e incluso deseable, puesto que evita el puro consumismo.
La búsqueda de una seguridad futura, se encuentra en una situación ética parecida a la anterior, su valoración depende de lo que estemos arriesgando. Si prever el futuro supone olvidarnos del presente, parece un tanto incoherente. Muchas veces, nuestro afán de asegurarnos el mañana, nos hace arriesgarnos en exceso hoy. Por conseguir unas comodidades lejanas, podemos estar sufriendo unas penurias actuales e incluso llevar una vida un tanto indigna. Todo ello supone una valoración ética negativa, mientras que si únicamente implica una mera previsión de futuro que no me obliga a llevar una vida indigna, ello entra dentro de una calificación de bondad ética. Incluso el hecho de buscar una seguridad para otros (hijos, abuelos...) lo convierte en una actividad solidaria.
En cuanto a la productividad de los bienes, es una grave responsabilidad social el mantener nuestros bienes improductivos. En aras de la solidaridad y del bien común debemos contribuir al progreso de la comunidad (Gaudium et Spes nº 65). Nuestro ahorro puede ayudar a ello y desde este punto de vista merece una calificación positiva.
Desde nuestra fe, vemos cómo la Biblia condena la práctica usurera del que atesora a costa del pobre. Es una postura insolidaria, podemos identificarla con la del que por conseguir más fondos e invertirlos priva a sus hijos, familiares, amigos... de su presencia. Solo vive para obtener más ingresos e invertir. En esta idea redunda la Gaudium et Spes cuando aconseja que se busque un equilibrio entre "las necesidades del consumo actual (...) y las exigencias de inversiones para el futuro" (nº 70), no se pueden descuidar las necesidades del presente solo por prevenir el día de mañana, especialmente cuando son perentorias. Algunas de ellas son de tal calibre que si no se satisfacen en el momento, van a marcarnos para toda la vida (privarnos de ocio, de estar con los que queremos, relajarnos...).
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